El lunes, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicó su informe bianual El estado mundial de la pesca y la acuicultura (SOFIA, por sus siglas en inglés) y me complace informar que la pregunta que me ha cautivado desde que comencé a escribir sobre los alimentos marinos tiene ahora una respuesta: el 78,7% de los alimentos marinos son sostenibles.
El informe SOFIA es el resumen más abarcativo y confiable de datos mundiales sobre alimentos marinos. El último está actualizado al 2018 e incluye nuevos cálculos que no habían sido publicados anteriormente, como que el 78,7% de los alimentos marinos provienen de poblaciones de peces biológicamente sostenibles.
Estoy muy feliz por este cálculo; al fin una estadística accesible para todos que describe el estado de la sostenibilidad de los alimentos marinos. La estadística pesquera ha sido percibida y comunicada erróneamente. El problema se encuentra en las definiciones científicas de explotación pesquera—eran confusas para inexpertos y malinterpretadas a propósito por grupos de defensa y periodistas para escandalizar. Ahora, con una estadística clara y entendible, no hay excusa.
En el informe SOFIA 2018, la FAO cambió las definiciones para favorecer una mejora en la comunicación. Merecen reconocimiento por dar otro paso más.
Actualizaciones de la sostenibilidad de alimentos marinos
Desde la actualización del último SOFIA, el porcentaje de pesquerías sobreexplotadas (también conocidas como sobrepescadas) ha aumentado levemente de 33,1 a 34,2%. En pesquerías no sostenibles, el aumento se ha mantenido estable desde la década de 1970, pero la tasa se está enlenteciendo.
Versiones más antiguas de la figura anterior son las que solían causar confusión. Antes que las pesquerías estuvieran «sobrepescadas», «pescadas a su máximo rendimiento sostenible» y «subpescadas», estaban «sobreexplotadas», «completamente explotadas» y «subexplotadas» respectivamente. En un contexto científico, «explotación» es una palabra descriptiva, pero fuera de este contexto tiene una connotación negativa que condujo a muchas personas a mezclar completamente explotadas con sobreexplotadas. En 2018, la FAO agregó un código de colores y etiquetas de sostenible y no sostenible muy útiles, y ahora con el cálculo de desembarcos totales en 2020, informar sobre el estado de las pesquerías debería ser muy claro: el 65,8% de las pesquerías son sostenibles y proveen el 78,7% de los alimentos marinos, mientras que el 34,2% de las pesquerías están sobrepescadas y aportan el 21,3% de las capturas.
A pesar del mayor número de pesquerías sobrepescadas, las tendencias globales subyacentes parecen estar mejorando. La FAO pone como referencia el artículo de Hilborn et al. 2020 (un artículo que tratamos aquí) para resaltar que la biomasa y la presión pesquera se están moviendo en la dirección correcta en los stocks que han sido evaluados. El artículo de Hilborn et al. 2020 mostró que, en promedio, las pesquerías con datos consistentes (lo que implica un cierto nivel de gestión) son saludables y/o están mejorando. La FAO divisa la recuperación en el horizonte:
En general, las pesquerías gestionadas intensamente han tenido disminuciones en la presión de pesca promedio y aumentos en la biomasa del stock. Algunas han alcanzado niveles biológicamente sostenibles.
En la siguiente figura, podrá ver pesquerías que se desarrollaban de manera no sostenible y luego cambiaron a fines de la década de 1990 y principios de los años 2000.
Algunas advertencias: la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) no está incluida en estos datos y cambiaría los números. Sin embargo, si eres como la mayoría de nuestro público (de un país desarrollado), no es probable que encuentres mucho pescado INDNR en tu tienda de alimentos local. También faltan algunos datos del sureste de Asia y partes de África ya que muchos de esos países no tienen los medios técnicos, científicos o financieros para supervisar sus pesquerías.
La INDNR y una gestión pobre de pesquerías son síntomas de la falta de capacidades de los países en desarrollo. El atún es un buen ejemplo. En países desarrollados, el atún está mayormente recuperado gracias a la gestión intensiva, pero la sobrepesca continúa en lugares sin la capacidad de gestionar sus pesquerías.
Entre las siete principales especies de atún, 66,6 % de sus stocks fueron pescados a niveles biológicamente sustentables en 2017, un aumento de cerca de 10 puntos porcentuales desde el 2015. En general, se está volviendo cada vez más claro que las pesquerías gestionadas intensivamente han tenido disminuciones en la presión pesquera promedio y aumentos en biomasa de stock promedio, con muchas alcanzando niveles biológicamente sostenibles o manteniéndolos, mientras que las pesquerías con sistemas de gestión menos desarrollados están en mal estado.
Los alimentos marinos son aún una parte cada vez más importante del sistema global de alimentos
En 2018, 179 millones de toneladas métricas de pescado fueron producidas, de las cuales 82 millones fueron producidas por acuicultura. Se espera que la producción total de pescado se expanda a 204 millones de toneladas métricas en 2030.
En 2017, los alimentos marinos dieron cuenta del 17% del consumo de proteína animal (7% de toda la proteína) de la población global. La gente está consumiendo más pescado que nunca debido a la creciente producción (mejor tecnología y menos residuos), al aumento en los ingresos y a una mayor conciencia de los beneficios que presenta para la salud. Sin embargo, la FAO predice que debido al crecimiento proyectado de la población de África, “se espera que el consumo per cápita de pescado disminuya en África, generando preocupación en términos de seguridad alimentaria.”
La FAO estima que la producción global de pescado vale 401 mil millones por año con 250 mil millones provenientes de la acuicultura. Esta estimación es solo costo de producción y no incluye valor agregado en la cadena de suministro.
El comercio obedece la inequidad de ingresos globalizada general, en donde los países en desarrollo más pobres son exportadores netos de alimentos marinos y la Unión Europea, Estados Unidos de América y Japón los 3 principales importadores de alimentos marinos.
En 2018, 67 millones de toneladas de pescado (equivalente en peso vivo) fueron comercializadas internacionalmente por un valor total de exportación de 164 mil millones de dólares americanos. Esto equivale a casi el 38 % de todo el pescado capturado o cultivado en el mundo.
Sin embargo, las exportaciones se contrajeron en 2019, indicando que más países en desarrollo estaban consumiendo sus propios alimentos marinos.
Asia continúa teniendo un papel desmesurado en los alimentos marinos mundiales. Por ejemplo, de los aproximadamente 60 millones de personas en el mundo directamente empleadas en la producción de alimentos marinos, el 85% están en Asia. En los últimos 20 años, el 89% de los alimentos marinos cultivados en el mundo han sido producidos in Asia.
Las mujeres en los alimentos marinos
A diferencia de años anteriores, el informe SOFIA 2020 puso foco en el género en las pesquerías. La mayoría de las mujeres relacionadas a los alimentos marinos viven en países en desarrollo y pescan de manera artesanal o en pesquerías de pequeña escala. La FAO informa que en la producción de alimentos marinos solo el 14% del personal de trabajo son mujeres. En la producción secundaria (luego de la extracción), la mitad del personal de trabajo son mujeres, pero a menudo las labores no son equitativas:
Los estudios de género...han mostrado cómo se le asigna a las mujeres los roles menos estables, o mal pagos o sin pago alguno que requieren menores aptitudes–más frecuentemente en el sector secundario– y tienen escaso o ningún reconocimiento en el sector.
Las mujeres trabajadoras de muchas industrias y culturas tienen a menudo cargas adicionales, y esto puede ser especialmente acentuado en las pesquerías (enfatizado por la FAO):
En las pesquerías africanas, principalmente los hombres están relacionados a la pesca, mientras que las mujeres esencialmente, pero no exclusivamente, se involucran de forma más activa a las actividades posteriores tales como la manipulación luego de la extracción, la venta de pescado fresco, el procesamiento, almacenamiento, empaquetamiento y la mercadotecnia. Estas mujeres constituyen el 58 por ciento de los participantes de las actividades posteriores a la extracción en la cadena de valores de los alimentos marinos. En muchos países africanos, el pescado ahumado tiene un lugar importante en la dieta diaria y es una fuente vital de ingresos para muchas comunidades costeras. Típicamente, el procesamiento de pesquerías de pequeña escala se caracteriza por procesos de ahumado y secado caliente, los cuales están a cargo de las mujeres.
Las mujeres que procesan el pescado y usan hornos tradicionales se ven particularmente afectadas por el humo y el calor, y sufren de problemas respiratorios. Sus ojos y sus pieles también están afectadas, y algunas pierden sus huellas digitales, lo cual suma otra carga al momento de obtener documentos identificativos u oficiales. Las consecuencias sociales de esta técnica de procesamiento de pescado son diversas y puede impactar negativamente en la familia, creando tensiones en las relaciones domésticas. La alta carga de trabajo productivo se junta con la carga sin paga del trabajo reproductivo dentro del ámbito doméstico (tener y cuidar niños; mantenimiento del hogar, incluyendo cocinar e ir por agua y leña; y cuidar de familiares ancianos y enfermos) y la carga de trabajo a nivel de comunidad resultando en una carga triple de trabajo para las mujeres que trabajan en agricultura, pesca y acuicultura. Esto evita que las mujeres tengan tiempo y espacio de disfrutar sus derechos humanos a la vez que logran su realización personal y el desarrollo pleno de su potencial.
El empoderamiento de las mujeres es una parte importante de hacer que los alimentos marinos sean más justos y equitativos. La acuicultura seguirá creciendo y, con mejoras en la gobernanza, podría ser una oportunidad para fomentar a las mujeres en los alimentos marinos.
La acuicultura se promueve como un sector de crecimiento significativo y como una actividad que puede empoderar mujeres y jóvenes, especialmente propiciando la toma de decisiones por parte de las mujeres en el consumo y abastecimiento de alimentos nutritivos.
El informe El estado mundial de la pesca y la acuicultura se puede descargar aquí.
Max Mossler
Max is the managing editor at Sustainable Fisheries UW.